25 de agosto de 2007

La gran dicotomía

Me cargan los hombres que se victimizan. Precisamente, aquellos entes mentirosos que para no caer en el remordimiento, optan por la cómoda solución de culpar a la pareja de «paranoica» o «extremista», además de hacerle exigencias casi imposibles de cumplir (sea porque vulneran la dignidad o porque el beneficiado único sería él), que en caso de no efectuarlas, la hacen automáticamente un ser perverso, carente de sentimientos y vacío emocionalmente.

Entonces viene la «gran dicotomía», sobre qué es mejor y más sano...

¿Estar sola y digna?

¿Permanecer hasta el último paroxismo obnubilada con la idea de haber encontrado al príncipe azul, (ergo, un amor imperecedero y dichoso), subyugándose inconscientemente (peor todavía, sabiendo en el lodazal de mierda en el que se está) a preceptos machistas?


Pero aquella disyuntiva no se origina sino a partir de otra: ¿Será posible concebir la existencia sin un miembro viril (encubierto bajo el término «protección»)?

La gran realidad, es que una buena porción de mis congéneres no ven sentido alguno al ser sino es en pos de un hombre, de su compañía, de sus mimos, de su «caballerosa e insustituible actitud» al momento de cenar, intimar o vivir. Y claro, por la «caballerosidad» cualquier costo es menor: da igual si alguna vez hemos de ser maltratadas, pues más tarde llegará «Él» con un ramo de flores y un profiláctico de buena marca a enmendar su error...

Es casi como la fe religiosa, qué importa si la vida me «pone a prueba» si el día del juicio final, estaré en gracia y no me iré a la hoguera junto con los holgazanes, pecadores y concupiscentes. En este caso, los crápulas vendríamos siendo quienes no estamos bajo el amparo de un macho recio, «un buen hombre en el fondo»... ¡Patrañas!

Pero este machismo masificado y camuflado no sólo está presente en las relaciones heterosexuales, pues también es factor importante a la hora de asignar roles en las parejas que no lo son, es decir, cuya inclinación sexual no es la convencional. El machista nunca será pasivo, nunca morderá la almohada, nunca será «la loca». Él Será el que tenga el dominio en todo, quien no tendrá que esperar hasta altas horas de la noche con un pucho en la boca y las piernas entrecruzadas, mientras su amado se va de juerga con los amigotes que no saben de su «peculiar estilo de vida», quizás, cogiéndose a cuanta hembra se le cruce para no parecer «maricón».

Aunque tampoco se puede dar por absoluto una cara de la moneda, la ya expuesta. No todos los varones padecen aquel tipo de retraso moral; por inverosímil que suene, existen personas cuyos principios están basados en la igualdad, la honestidad y el respeto... Pero no os hagáis ilusiones... son los menos.

El machismo está en el aire; tómelo y créase feliz, o déjelo y espere tranquilamente «el momento».