1 de septiembre de 2007

Carta de Simone de Beauvoir a Nelson Algren (fragmentos)



«...Y esta noche tengo miedo, un verdadero miedo mortal. Una vez más he echado abajo todas mis defensas. Me dices que no me desalojas de tu corazón y, al no tener que luchar más contra tu indiferencia, permanezco desarmada y nuevas heridas profundas, podrán abatirme idenfinidamente sobre mí si decides rechazarme. No puedo ni siquiera soportar la idea. Un cansancio enorme me acosa. Petrificada ante el sentimiento de encontrarme completamente entre tus manos, sin defensa. Por primera vez te suplico: guárdame en tu corazón o expúlsame, pero no permitas que me aferre a tu amor para descubrir de repente que ya no existe. Me rehúso a pasar por esta prueba, ni siquiera acepto la idea.

Como ves, he perdido completamente la cabeza, si te enamoras de otra, todo está dicho. En la medida en que decidas rechazarme o no, podrás reflexionar en lo que significa para mí. No me retires de tu corazón ahora, guárdame hasta nuestro próximo encuentro y haz que nos encontremos en poco tiempo. Sabes, como yo, que sea cual sea tu decisión, yo no te causaré ningún problema.»


«...Te amo tanto. Te he amado por el amor que me diste, por el deseo físico y las ganas de felicidad que despertaste en mí, pero incluso cuando eso ha desaparecido, o disminuido, mi amor ha sobrevivido por lo que eres. Porque eres quien eres. Independientemente de lo que me des o no, permaneces en mi corazón para siempre. Y la posibilidad intuida de que ese amor vuelva a ser de nuevo feliz me ha destrozado. No soy más que un montón de escombros. Entonces, no te molestes al recibir esta carta descabellada. Aquí estoy aquí en el hotel Lincoln y voy a tratar de dormir. La noche me aterra. En toda mi vida no he deseado algo con tanta voluntad y ardor: volver a verte.»


*Era «a», no «al».

¡Ay, la vida!