6 de mayo de 2008

«Cagazo del día».

He caído una vez más en mis paradojas argumentativas, provocando daño de manera involuntaria (o quizás en un estado lúcido inducido por el inconsciente) a personas importantes para mí, en especial a una: mi compañera de desvaríos y borracheras. Tras un impulso que me forzó a revesar un cúmulo de ideas anidadas en mi interior durante mucho tiempo, he deteriorado el espectro anímico casi inmune al dolor que la conformaba, puesto que ella siempre se ha caracterizado por banalizar sus problemas y angustias, entregándose la mayoría de las veces a los brazos de Dioniso; pero por otro lado, es muy probable -de hecho estoy segura, mas trato de soslayarlo- que esa aparente invulnerabilidad es más bien una coraza creada por ella misma para no transmitir sus emociones y así no afectar al resto. Como sea, he actuado como un ser inicuo y sin corazón, la he dejado al borde del ataque de llanto.

Hago reconocimiento público de esta situación funesta no por jactancia, sino por vergüenza. Sé que debería ofrecer mis disculpas por el agravio, sin embargo, el mero hecho de advertir los efectos de una actitud mía en su comportamiento y excusarme por ello antes de conocer las razones de éste, me parece el acto más representativo del egocentrismo y la vanidad, tendencias execrables que suelen hacerse recurrentes en el ser humano.

Sin ir más lejos, el error ha sido mío y es precisamente ahí donde entra en juego lo paradójico: reprochar ciertas actitudes para terminar repudiando las propias dentro de una misma circunstancia, acarreando como consecuencia la anulación de una para superponer otra, sin disiparse el elemento más nocivo: la culpa; ya que a la postre, tanto ella como yo quedamos con un escozor interno originado por el remordimiento. Ella sintiéndose mal por no haberme acompañado en el momento en que más necesitaba de una amiga, y yo, por haber sido dura en mis recriminaciones, que por cierto, nunca debieron haber surgido.

1 comentario:

  1. Me encanta cómo escribes, de verdad. Y tus gustos en literatura y cine son fenomenales.

    No te preocupes (tanto) por lo de tu amiga. Una buena peda, 3 cagadas de risa, dos abrazos y otra peda... y asunto arreglado.

    ¡Muacks!

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Escupa.-