Mucha gente ha comentado sobre la obra de Simone de Beauvoir, con distintas intenciones y bajo múltiples perspectivas. Algunos dedican sus críticas al elogio de la versatilidad de su prosa, otros, en tanto, con la finalidad de denigrar su condición de mujer, aludiendo a una supuesta incongruencia entre su vida y su narrativa.
El propósito de Simone de Beauvoir jamás fue imponerse ante una sociedad patriarcal para escupir sobre el género masculino y sus costumbres, abogando por la independencia de la mujer de manera irracional; por el contrario, lo que hizo fue revelar el testimonio de vida de una mujer como cualquier otra, que experimenta tanto el triunfo como el fracaso, el deseo carnal, los celos, el engaño y la virtud, pretendiendo, a partir de aquellas cualidades tan humanas y fuera de todo estereotipo, la emancipación moral de ésta.
Dejo un fragmento de una de sus novelas: la invitada.
«Francisca la oyó saltar fuera de la cama y correr el cerrojo. La raya de luz que filtraba bajo la puerta se apagó.
¿Y ahora?, se dijo Francisca.
Permaneció de pie, vigilando la puerta de Javiera. Sola. Sin apoyo. No descansaba más que sobre sí misma. Esperó un largo rato, luego entró en la cocina y puso la mano sobre la palanca del contador. Su mano se crispó. Parecía imposible. Frente a su soledad, fuera del espacio, fuera del tiempo, estaba esa presencia enemiga que desde hacía tanto tiempo la aplastaba con su sombra ciega. Ella estaba allí, sólo existía para sí, reflejada toda entera en sí misma, reduciendo a la nada todo lo que la excluía: encerraba al mundo entero en su propia soledad triunfante, se extendía sin límites, infinita, única; todo lo que era lo sacaba de sí misma, se negaba a cualquier influencia, era la absoluta separación. Y, sin embargo, bastaba bajar esa palanca para anularla. Anular una conciencia. ¿Cómo puedo hacerlo?, pensó Francisca. ¿Pero cómo era posible que existiera una conciencia que no fuera la suya? Entonces, quien no existía era ella. Repitió: 'Ella o yo', y bajó la palanca.
Entró en su cuarto, recogió las cartas dispersas sobre el piso, las arrojó a la chimenea. Encendió una cerilla y miró cómo se quemaban las cartas. La puerta de Javiera estaba cerrada interiormente. Creerían en un accidente o en un suicidio. De todas maneras no habrá pruebas, pensó.
Se desvistió y se puso un pijama. 'Mañana por la mañana estará muerta.' Se sentó frente al corredor oscuro, Javiera dormía. Su sueño era cada vez más pesado. Todavía quedaba sobre la cama una forma viva, pero ya no era nadie. No había nadie más. Francisca estaba sola. Sola. Había obrado sola. Tan sola como en la muerte. Un día Pedro sabría. Pero incluso él conocería ese acto sólo desde fuera. Nadie podría condenarla ni absolverla. Su acto sólo le pertenecía a ella. 'Soy yo quien lo quiere.' Era su voluntad lo que se estaba cumpliendo, ya nada la separaba de sí misma. Había elegido por fin. Se había elegido a sí misma.»
¿Y ahora?, se dijo Francisca.
Permaneció de pie, vigilando la puerta de Javiera. Sola. Sin apoyo. No descansaba más que sobre sí misma. Esperó un largo rato, luego entró en la cocina y puso la mano sobre la palanca del contador. Su mano se crispó. Parecía imposible. Frente a su soledad, fuera del espacio, fuera del tiempo, estaba esa presencia enemiga que desde hacía tanto tiempo la aplastaba con su sombra ciega. Ella estaba allí, sólo existía para sí, reflejada toda entera en sí misma, reduciendo a la nada todo lo que la excluía: encerraba al mundo entero en su propia soledad triunfante, se extendía sin límites, infinita, única; todo lo que era lo sacaba de sí misma, se negaba a cualquier influencia, era la absoluta separación. Y, sin embargo, bastaba bajar esa palanca para anularla. Anular una conciencia. ¿Cómo puedo hacerlo?, pensó Francisca. ¿Pero cómo era posible que existiera una conciencia que no fuera la suya? Entonces, quien no existía era ella. Repitió: 'Ella o yo', y bajó la palanca.
Entró en su cuarto, recogió las cartas dispersas sobre el piso, las arrojó a la chimenea. Encendió una cerilla y miró cómo se quemaban las cartas. La puerta de Javiera estaba cerrada interiormente. Creerían en un accidente o en un suicidio. De todas maneras no habrá pruebas, pensó.
Se desvistió y se puso un pijama. 'Mañana por la mañana estará muerta.' Se sentó frente al corredor oscuro, Javiera dormía. Su sueño era cada vez más pesado. Todavía quedaba sobre la cama una forma viva, pero ya no era nadie. No había nadie más. Francisca estaba sola. Sola. Había obrado sola. Tan sola como en la muerte. Un día Pedro sabría. Pero incluso él conocería ese acto sólo desde fuera. Nadie podría condenarla ni absolverla. Su acto sólo le pertenecía a ella. 'Soy yo quien lo quiere.' Era su voluntad lo que se estaba cumpliendo, ya nada la separaba de sí misma. Había elegido por fin. Se había elegido a sí misma.»
mmmm, no me gustan mucho su literatura pero sí sus ensayos ¡ya te agregué en mi lista de blogs! me gusta mucho el tuyo
ResponderEliminarHey que tal. ya tenia tiempo que no pasaba por tu blog, pero bueno, ya estoy de vuelta. saludos.
ResponderEliminarEHHH
ResponderEliminarCREO QUE NO TENGO UNA RESPUESTA-
CREO QUE LA FORMULE-
NO LA ENCUENTRO-
SALUDOS ¿ DE QUE COLOR ES TU PELO?
xD ^_^ ._-
Simone de Beauvoir fue una verdadera filósofa e intelectual, una mente férrea y un alma divina. Nunca olvidaré lo que hizo cuando murió Sartre.
ResponderEliminarEn el panteón de la intelectualidad, Simone es de las más elegantes diosas. Aparte siempre fue bella de manera inigualable.
Saludos, Leporella.
RFV
pos no he leído nada de ella, no por los prejuicios sino porque se me han cruzado otras cosas, ya le daré su tiempo.
ResponderEliminarescupo...
ResponderEliminarme encanta ella, tienes entre tus libros favoritos uno de los favoritos míos "memorias de una joven formal", muy bueno...
yo soy feminista, un gustazo haberle conocido, vendré un día con más tiempo, sabes? yo soy de la región del bio igual, conce, esoo... nos vemos y saludos...
ah, gracias por pasar por mi blogga...
en otoño del año pasado lei un libro sobre beauvior y sarte que ademas de informacion traia algunas fotos. asi que no solo me sorprende su intelecto. tambien quede enganchado por sus piernas.
ResponderEliminarQue bueno el fragmento que pusiste. Me entraron ganas de leer más en profundida algo de ella.
ResponderEliminar¿Alguna recomendación especial?
Aquellos que la criticaban lo único que reflejaban era un inmenso sentimiento de inferioridad. Paradójico pero real al mismo tiempo.
Un saludo.