19 de septiembre de 2009

Razones por las que no me he matado

Si mi vida es tan mierda como la describo, ¿por qué no me he suicidado todavía? (me imagino que más de alguna persona se preguntará eso -no muy a menudo, claro; tampoco soy tan relevante como para estar más de treinta segundos en sus pensamientos-)
Las razones son simples y a la vez complejas:

En primer lugar está mi familia. No se resignarían jamás a un suicidio, menos si tengo en consideración que el 70% de mis parientes muertos ha sido por autoaniquilación. Quiero demasiado a mi vieja como para causarle una pena de ese tipo.

Los libros. Este punto me recuerda un poco a la adolescencia de H.P. Lovecraft, quien postergó su muerte porque aún le quedaba mucho por leer. Una vez que lo hizo y se consagró como escritor (no me refiero a la fama ni esas fruslerías, sino al hecho de haber vaciado las bestias internas a través de la literatura), puso fin a su infausta existencia.

Asuntos pendientes. No me gustaría llegar a ser nada sin antes haber realizado ciertas cosas (este año he logrado una buena parte de ellas) ni haber puesto orden en algunos aspectos de mi vida.


Los amigos podría tomarlos en cuenta, pero como se trata de AMIGOS, comprenderán que lo que lleve a cabo es para dejar el sufrimiento. Si me quieren y respetan, serán capaces de aceptarlo por sobre todo sentimiento egoísta.
Además la pérdida de una amistad durará alguna temporada y de ninguna manera le provocará más pena que la necesaria.

Al final de cuentas, todo se olvida...