Un amasijo de emociones reseca mi garganta y me deja las manos temblorosas. Siempre odié la expresión "tengo sentimientos encontrados", pero la verdad, es que en este caso debo recurrir a ella pues me es imposible denominar lo que estoy experimentando.
Son demasiados acontecimientos, demasiados rostros, demasiada pena y alegría juntas, demasiado sufrimiento, demasiado frenesí, demasiado, demasiado, demasiado...
Y fuera de esa mixtura inefable, hay un optimismo que empieza a manifestarse...
Me siento como avestruz a punto de meter la cabeza en el horno, una paria del destino. Mañana estaré arrancándome las uñas cuando el reloj dé las 5 de la tarde. La hora fatídica del día. La hora del tecito con jazmín y cardamomo.
Algo de Sylvia Plath
Esta es la luz de la mente, fría y planetaria.
Los árboles de la mente son negros. La luz es azul.
Las hierbas se lamentan a mis pies, como si yo fuera Dios,
hiriendo mis tobillos murmuran su humildad.
Espirituosas brumas humeantes habitan este lugar
separado de mi casa por una hilera de lápidas.
Simplemente no puedo ver si hay un sitio adónde ir.
La luna no es una puerta. Es una cara por derecho propio,
blanca como un nudillo y terriblemente turbada.
Arrastra al mar detrás de sí, como un crimen oscuro;
y está en calma
con el bostezo en O del total desencanto. Yo vivo aquí.
Dos veces cada domingo las campanas sobresaltan el cielo-
ocho grandes lenguas afirmando la Resurrección.
Finalmente, ellas proclaman con sobriedad sus nombres.
El tejo apunta hacia arriba. Su forma es gótica.
Sus ojos se elevan por sobre él, y encuentran a la luna.
La luna es mi madre. Ella no es dulce como María.
Sus vestiduras azules sueltan pequeños murciélagos y lechuzas.
Cómo desearía creer en la ternura-
el rostro de la efigie, dulcificado por las velas,
inclinándose, sobre mí en particular, con ojos indulgentes.
¡He caído tanto! Las nubes están floreciendo,
azules y místicas sobre el rostro de las estrellas.
Dentro de la iglesia, los santos serán todos azules,
flotando con sus pies delicados sobre los bancos fríos,
sus cabezas y sus caras rígidas de santidad.
La luna no ve nada de esto. Ella es calva y salvaje.
Y el mensaje del tejo es negrura -negrura y silencio.