29 de agosto de 2010
Losing my... religion?
Bien, pasa que el sueño de toda mi vida era ser profesora de castellano, transmitir los placeres de la lectura y el buen uso de nuestra lengua madre, así como enseñar estrategias para la recepción crítica de la publicidad y los productos mediáticos en general. Hasta el tercer año, nada podía ser más perfecto... adquiría con eficacia conocimientos de teoría literaria, gramática, sociolingüíntica, psicolingüística, un poco de filología, filosofía, sociología, historia universal y teatro chileno, entre otras disciplinas que, de seguro, quedaron en el tintero. Sin embargo, algo hubo que acabó con toda esa motivación: la teorización excesiva de la educación, la falta de praxis, la rigidez en materia de curriculum.
Este "desencanto" se tradujo en que me eché el ramo de currículo, me atrasé otro año (porque en segundo boté "sociedad, cultura y EDUCACIÓN" al tener conflictos con un profe), además de no tener más asignaturas de literatura, lingüística o comunicación por cursar, terminando este año. Entonces, a partir del próximo semestre y durante todo el tiempo que me quede de carrera, tendré que tolerar las soporíferas clases de currículo, evaluación, didáctica, gestión educacional, orientación educacional... educacional, cional, ANAL. Bazofias.
Por un momento pensé en congelar o cambiarme de univesidad, pero a estas alturas no tiene mucho sentido, tampoco quiero dejar a novia solita en Chillán... estoy demasiado in love para eso. Así que como dicen por ahí, debo "hacer de tripas corazón" (nunca entendí el sentido literal de la frase aquélla). Supongo que después me puedo especalizar en algo para no ejercer la docencia. Me apestó la weá. Cero alicientes.