Por idolatrar a Lynch, a Kubrick y Tarantino hasta el paroxismo... aunque también están los que se sienten eminencias de la cinematografía y destruyen a los primeros para luego abogar por directores como Hitchcock, Bergman, Godard y Truffaut (los más osados claman por Bresson o Wegener).
Pero partamos por una cuestión elemental en toda relación humana: ningún ser pensante merece adoptar la condición de Dios sólo por haber realizado un par de obras buenas. Todos fueron unos reales "conchasdesusmadres" en alguna u otra medida: Lars von Trier sacrifica burros, Hitchcock era un psicótico obsesivo con sus musas, Bergman se las daba de galancete, lo que generó que embarazara a cuanta mina se le cruzó por delante (Liv Ullmann fue la única que lo apaño hasta las últimas), de Bresson y Kubrick se sabía que eran unos maniáticos perfeccionistas que llegaban al punto de forzar a su elenco para obtener las emociones deseadas en sus películas... así, suma y sigue.
Esa beatificación ocurre en todas las esferas de la vida y, en parte, se debe a la gran crisis metafísica del hombre moderno de occidente, pues tiene la constante nece(si)dad de creer en algo por lo cual pueda vanagloriarse; Dios no sirve... demasiado arbitrario, muy hermético, nada polisémico.
Y ya me dio sueño... llevo días desangrándome porque la famosa regla no había hecho su aparición durante tres meses, así que pico con los culiaos engrupidos de la revista disorder y sus notitas al estilo Fernand0 Villegas (PUAJ!)