1 de febrero de 2011

Dies Iræ

Qué raro, qué raro es amar la vida; con sus incongruencias, desdenes de adolescencia, dilemas ontológicos, desasosiegos varios.

Una sacudida que remece la sangre del cuerpo y la vuelca, hacia arriba, hacia abajo, deviene náusea. Vómito, laxación de las paredes del estómago como desmayo de niño en ayunas, la vida es un torrente. UN TORRENTE. SORRENTO. Una conciencia levógira que es presa del pecado de haber nacido, que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.

Dios es un psicópata que asesina a sangre fría, que vive en la eterna impunidad y controla las mentes dóciles, corderiles. La marejada infernal abre su gran hocico para anunciar el día del juicio final a la herética esfinge que habita en los cielos. La sangre se vuelca y deviene náusea.
In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti. Amen.

La letanía de la misericordia. Masa compasiva-repulsiva-convulsiva.

Dies iræ, dies illa,
Solvet sæclum in favilla,
(...)
Liber scriptus proferetur,
in quo totum continetur,
unde Mundus iudicetur.
Iudex ergo cum sedebit,
quidquid latet apparebit,
nil inultum remanebit.
(...)
Confutatis maledictis,
flammis acribus addictis,
voca me cum benedictis.
Oro supplex et acclinis,
cor contritum quasi cinis,
gere curam mei finis.
Lacrimosa dies illa,
qua resurget ex favilla
iudicandus homo reus.
Huic ergo parce, Deus.
Pie Iesu Domine,
dona eis requiem. Amen.





Ardor de tripas con tanta siutiquería metafísica, mejor iré a dormir.