"Solo vivimos para el instante en que admiramos el esplendor del claro de luna, la nieve, la flor del cerezo y las hojas multicolores del arce. Gozamos del día excitados por el vino, sin que nos desilusione la pobreza mirándonos fijamente a los ojos. Nos dejamos llevar -como una calabaza arrastrada por la corriente del río- sin perder el ánimo ni por un instante, esto es lo que se llama el mundo que fluye, el mundo pasajero."
Asai Ryoi, 1661
El Ukiyo -e es un género de grabado japonés que consiste en el estampado de diversos paisajes, criaturas míticas y escenas costumbristas, por medio de una técnica denominada "mokuhanga". Su legado ha trascendido el arte moderno, apreciándose en obras de artistas reconocidos como Van Gogh, Monet, Klimt o Tolouse Lautrec.
Su origen se remonta hacia el siglo XVII, durante el shogunato de Tokugawa en el período Edo; esta época se caracterizó por el aislamiento de la cultura de Occidente, para lo cual el poder militar llevó a cabo una serie de políticas destinadas a obstaculizar, principalmente, la colonización del territorio nipón por parte de los misioneros católicos de Europa. El régimen centralizado fue lo que produjo el volcamiento hacia las propias raíces, reforzando la identidad nacional.
Asimismo, y como consecuencia de la exaltación de los valores patrios, se desarrollaron expresiones artísticas propias, en el marco de una sociedad feudal decadente que era irrumpida por la nueva clase burguesa. El Ukiyo - e comienza en forma de ilustración de novelas, que más tarde derivó en impresiones de una página, postales y afiches para presentaciones de teatro kabuki; de este modo, surge una reacción hacia los principios elitistas que regían la pintura tradicional, dado que se generó un arte asequible para las masas, cuya temática se fundaba en los hábitos y tradiciones de la vida urbana. Los preceptos de esta innovadora tendencia pictórica se apoyaban en la idea de "issun saki wa yami" (nadie sabe lo que puede pasar en el futuro), una especie de "carpe diem" frente a la transitoriedad de la existencia.
Durante el Siglo XVIII, este formato experimentó su "edad de oro" gracias a la incorporación del color, así como la proliferación de nuevos artistas. A su vez, las estampas fueron empleadas con un sentido utilitario, adoptando funciones mediáticas, publicitarias y pedagógicas: a través del grabado se pretendía transmitir información hacia localidades alejadas, promocionar locales de entretenimiento e instruir a los estudiantes. El mundo fugaz plasmado en los grabados de Ukiyo -e (nishiki -e, versión polícroma) se adecuaba a las preferencias y necesidades de la clase media, por cuanto retrataba personajes como actores kabuki (yakusha -e), luchadores de sumo y cortesanas, además de sucesos históricos, escenas agrestes y figuras del shintoísmo. La aparición de las "geishas" supuso la creación de motivos centrados en la belleza femenina, pero además fueron objeto de reproducciones con un alto contenido erótico (shunga).
La originalidad del Ukiyo - e empezó a declinar a mediados del siglo XIX, a causa de la censura y el fenómeno de occidentalización que sufrió Japón tras la Restauración Meiji (1868). El desarraigo cultural dentro de la sociedad japonesa se manifestó en la pérdida del interés por la tradición en virtud de la novedad. En el plano de las artes visuales, esto se expresa en la sustitución del estampado por el óleo y la fotografía. No obstante, "la apertura de Japón hacia el mundo" tuvo gran influjo en las corrientes artísticas europeas; esta tendencia se denominó "Japonismo".
Los exponentes más importantes del Ukiyo - e fueron Utamaro, Hiroshige y Hokusai; este último es reconocido por la producción de más de 35.000 obras, entre las cuales se encuentra "La gran ola de Kanagawa".
Dedicaré otra entrada a cada uno (Hiroshige y Hokusai)