Porque las relaciones humanas que establezco son cada vez más decepcionantes (salvo algunas excepciones que me mantienen alejada de la idea de ostracismo). Me aferro a los objetos, pero no en relación a su valor pecuniario, sino más bien por el efecto emotivo que en mí producen; estos elementos los atesoro como si se tratasen de verdaderas reliquias y los contemplo con infinita devoción en aquellos momentos en que me encuentro en intimidad conmigo misma y mis retorcidas cavilaciones, lo cual no es óbice para experimentar algún grado de satisfacción.
Pero bueno, Marx también fue materialista HAHAHA