6 de febrero de 2012

La portadora



Y si te amo, es porque veo en ti la Portadora,
la que, sin saberlo, trae la blanca estrella de la mañana,
el anuncio del viaje
a través de días y días trenzados como las hebras de la lluvia
cuya cabellera, como la tuya, me sigue.
Pues bien sé yo que el cuerpo no es sino una palabra más,
más allá del fatigado aliento nocturno que se mezcla,
la rama de canelo que los sueños agitan tras cada muerte que nos une,
pues bien sé yo que tú y yo no somos sino una palabra más
que terminará de pronunciarse
tras dispensarse una a otra
como los ciegos entre ellos se dispensan el vino, ese sol
que brilla para quienes nunca verán.

Y nuestros días son palabras pronunciadas por otros,
palabras que esconden palabras más grandes.
Por eso te digo tras las pálidas máscaras de estas palabras
y antes de callar para mostrar mi verdadero rostro:
«Toma mi mano. Piensa que estamos entre lamultitud aturdida y satisfecha 
ante las puertas infernales,
y que ante esas puertas, por un momento, llenos de compasión, 
aprisionamos amor en nuestras manos
y tal vez nos será dispensado
conservar el recuerdo de una sola palabra amada
y el recuerdo de ese gesto
lo único nuestro»






Jorge Teillier


Yo juraba que lo había puesto antes, si es mi favorito de Teillier.
Con este hombre me pasa algo curioso cada vez que tomo jugo de frutas jajajajajajajaja








Me duele la cabeza, soy feliz, pero me duele la cabeza. Los psicópatas no sienten miedo, sólo engendran y engendran y engendran.
Jamás en mi vida he sangrando por la nariz.
Hace años me sentí mal por no sangrar más que para los días de regla y me hice tres cortes en el brazo izquierdo, porque quería drenar la tristeza.
Todos los días me miro las dos cicatrices -que parecen gusanos- y me pregunto qué fue de esa catarsis eterna que me hacía ansiar la muerte sin descanso.
Su recuerdo siempre está. Me recuerda lo insulso de los gusanos. Cierta vez fui al Terbuchi y sentí tanta pena; me imagine el momento exacto, la hora exacta, el segundo exacto.
Nadie -salvo su familia- la recuerda más que yo. Pero yo fui cobarde. Una perra inmisericorde que ni siquiera merece recordarla.
Nunca supe si se fue odiándome; según me dijeron, ella sonreía.
La única certeza que tengo es que... cuando me vaya, también voy a sonreír.




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